Evidentemente, aunque algunos publicistas mediante la
empresa a la que asesoran se empeñen en hacerme comulgar con productos
naturales garantizados como ecológicos, utilizando para ello, imágenes de altas cumbres
como sierras pirenaicas o Picos de Europa y vacas pastando con aerogeneradores de
fondo pues no, va a ser que no. No trago con ese campo ajardinado y tampoco busco
ni harto de vino esa naturaleza tan devastada por la acción humana por muy agreste
que pretendan hacérmela ver. Quiero naturaleza con lobos, zorros, rapaces,
pájaros, anfibios, cabras, corzos, ciervos etc. Si los productos, presuntamente naturales, están amparados por esta rica biodiversidad -la más convincente- entonces,
todo se andará.
El fin de semana pasado como tantas veces, pude ver cabras
de monte pero, en el cañón del río Mesa era la segunda vez que las veía. En
esta ocasión fueron siete ejemplares cuya observación disfruté enormemente. Son
fascinantes y bellas. Quedo embelesado mirándolas caminar tranquilamente, como
sus pezuñas se apoyan con maestría en los salientes mínimos de la roca, haciendo
de ella, peldaños prácticos para superar el ascenso. Verlas trepar por las
rocas verticales con tanta facilidad puede hacer pensar que se trata de un
ejercicio sencillo, carente de esfuerzo. Aunque no es así, ellas hacen que lo
parezca.
Nuestras agrestes sierras, con la cabra montesa y otros herbívoros,
devuelven de nuevo esa estampa natural que se estaba perdiendo por la excesiva
presión de cazadores con patente de corso. Una vez más, descubrimos que un
monte bien gestionado conseguiría con su equilibrio natural un bosque mejor
cuidado, puesto que la mejor manera de preservarlo es protegiendo su diversidad biológica. Dichos herbívoros se encargan de mantenerlo a un nivel óptimo rasurando la vegetación
excesiva. Ciertamente, también se necesitan predadores que se ocupen de limitar
la población de herbívoros.
No dejemos la naturaleza en manos de ineptos como los
actuales; por nuestro bien…